lunes, 11 de julio de 2011

Aldo's

Si hay algo que me gusta casi tanto como disfrutar de una rica comida es tomar un buen vino. La diferenciación que hago entre la comida y el vino se da principalmente por lo difícil que me resulta “maridar” ambos placeres en un mismo lugar. El mercado enogastronómico de hoy en día se encuentra excesivamente profesionalizado, a tal punto que en las cartas de los distintos restaurantes a los que voy me aburro de terminar encontrándome siempre con los mismos vinos de las grandes bodegas. Si a esto le sumamos el sobreprecio que se tiene  que pagar para tomar un vino convencional, la ecuación no termina de cerrar por ningún lado.
Hecha esta introducción, imaginen la poca resistencia que mi espíritu aventurero puso ante la recomendación de una nueva vinoteca con un restorán (tal cual se lee en su tarjeta de presentación) que abrió hace pocos meses sus puertas en San Telmo y que pregona ofrecer vinos para consumir en el local a precio de vinoteca.
A pocos metros de Paseo Colón, sobre esta cuadra de la calle Moreno donde lo único que se destacaba hasta hace pocos meses era el hotel boutique Moreno, ahora se lleva toda la atención esta vinoteca que por fuera no tiene nada que envidiarle a los mejores lugares de Palermo. Sin embargo, una vez atravesada la imponente entrada, queda más que claro que en el lugar de engañosas dimensiones (el espejo ubicado estratégicamente en el fondo de uno de los laterales de la barra da la sensación de que fuese el doble de grande) lo que predominan son los vinos, todos prolijamente ubicados en cada una de las paredes con luces que provocan que se destaquen todavía más.
Evidentemente, este lugar está manejado por profesionales, entre los que se encuentra el sommeliere Aldo Graziani, quién transmite su preocupación permanente por cada detalle del servicio a los clientes (no fue nuestro caso ya que estaba un tanto ocupado agasajando a Osvaldo Gross y Dolly Irigoyen). Esta dedicación repercute directamente en la atención de cada una de las personas con las que actuamos durante toda la velada, quienes demostraron estar más que a la altura de lo que pretende transmitir el lugar, aunque reconozco que a veces rozando la molestia por su premura a la hora de levantar la mesa o llenar las copas de vino.
Dicho esto, es para destacar la posibilidad de poder disfrutar una de sus más de 400 etiquetas presentes en la carta de vinos (es una forma de llamar al cuadernillo que hace las veces de carta, perfectamente presentado por cepa y ordenado por precio ascendente), en un ambiente muy agradable y con una carta con varias opciones para acompañar los distintos momentos del día (la vinoteca tiene horario continuo desde las 7 hasta las 24, con una carta que varia y acompaña cada momento del día). Sin embargo, en el caso puntual de la cena, más allá de algunas entradas interesantes (pedimos una ensalada de peras doradas con garrapiñada de avellanas, queso azul y rúcula y una provoleta de cabra con ensalada de tomates cherrys y rúcula; ambos platos muy originales, bien elaborados y sobre todo sabrosos), los principales son a mi gusto preparaciones un tanto básicas para la sofisticación del lugar (los platos elaborados son  solo pastas en donde el único que me llamó la atención fue los ravioles de mascarpone). Lo mismo ocurre con los postres, en donde además hay que sumarle alguna inexperiencia en la elaboración asumo propia de la juventud del lugar (pedimos un volcán de chocolate que, luego de la confesión por parte de la moza de que hubo algún intento fallido durante la cocción, vino un tanto desarmado y con el chocolate desparramado alrededor del volcán).
Toda la comida la acompañamos con un Casa Boher Malbec 2004 (una joyita a $58). También existe una interesante oferta por copa de vinos que en otro lugar no se podrían disfrutar a no ser que pidamos la botella entera.
Aldo’s viene a cubrir un nicho de mercado que hasta el momento estaba desatendido con una propuesta ambiciosa (están en proceso de expansión con por lo menos dos locales más proyectados) y a precios razonables como ellos mismos se jactan (aproximadamente $100 por persona), sustentada principalmente en su gran oferta de vinos y una cocina que aunque no se destaca, cumple el rol de reparto que le toca jugar.
Aldo’s
Moreno 372
Teléfono: 5291-2380

lunes, 4 de julio de 2011

Narbona

Una infancia plagada de maquetas que felizmente me dedicaba a destruir cada vez que mi hermana aprobaba un final hizo que permeara algo del gusto por la arquitectura en mí. De otra forma, no tengo forma de explicar el interés recurrente en participar de cada edición de Casa FOA. Como viene sucediendo en los últimos años, la exposición se instala en lugares alternativos que luego terminan cumpliendo algún otro fin (por ejemplo, la edición de 2010 fue en el complejo “La Defensa”, hoy reconvertido en un hotel boutique), con la particularidad que la instalación incluye algún restaurante que sobrevive a la muestra (en esa misma edición, el exponente fue La Panadería de Pablo Massey).
En 2008, sirvió de excusa para la inauguración de los Mercados del Delta, la nueva sección del Puerto de Frutos en donde se ubica desde ese entonces Narbona. Esta  bodega y granja originaria de Carmelo que cuenta con más de 100 años de historia del lado oriental del Río de la Plata, decidió aprovechar la ocasión para abrir su primer local fuera de Uruguay (cuentan con otro en Punta del Este).
Con la estética de un bistró francés (de donde adopta una gran barra de madera ubicada ni bien se ingresa al restaurante) inmerso en un almacén (donde, a diferencia del ambiente bistró, se destaca el blanco y el ventanal que permite apreciar las máquinas para elaborar yogurt y dulce de leche), lo primero que uno aprecia en este restaurante de no más de 30 cubiertos es que todo ahí es Narbona. Desde los vinos ubicados detrás de la barra y flanqueados por un sinfín de botellas que cubren las paredes hasta las latas de aceite,  dulces y fideos que cubren todas las paredes del almacén llevan como marca distintiva la elaboración artesanal de cada uno de estos productos.
La carta del mediodía (de noche la propuesta es más compleja) se presenta simple y con pocos platos, como induciendo a disfrutar de un almuerzo liviano frente al río. De las opciones más elaboradas pedimos los riñoncitos y mollejitas salteados con ensalada de rúcula y queso parmesano (las otras dos opciones son una porción de queso brie rebozado con semillas de sésamo y ensalada de rúcula e higos y una trucha asada). También probamos lo que a mí entender es el fuerte de la carta: tanto los ravioles de espinaca con aceite de oliva y rúcula como las cintas secas con salsa rosa permitían confirmar la buena calidad de las pastas que allí se elaboran. Adicionalmente se puede disfrutar de pizzas y picada de fiambres y quesos, obviamente caseros. Todo esto acompañado por un Malbec 2007 Narbona (aunque hacen un poquito de trampa porque los viñedos son mendocinos y el winemaker es Michelle Rolland) a $75. El café Nespresso debe ser de los pocos productos no elaborados por ellos mismos.
Me fui muy conforme con la versión diurna de este restaurante enfocado en la calidad de sus productos por sobre la complejidad de los platos a precios muy convenientes por tratarse de productos casi artesanales (promedio de $70 por persona). Sin lugar a dudas, cuando el clima se torne más agradable, volveremos para disfrutar de una cena a la vera del río y con la esperanza de que al agregarle complejidad a la carta, se mantenga la misma calidad de sus productos.

Narbona
Los Eucaliptus y Los Sauces Locales 3 y 4 Puerto de Frutos, Tigre
Teléfono: 4897-6249