Esta época del año, en donde el frío comienza a azotar con más vehemencia, provoca que la sangre italiana perdida entre alguno de mis ancestros primordialmente de la Europa más oriental brote en mí y me genere unos irrefrenables antojos de comer pastas. En apariencia, esto no debería ser un problema en un país en donde la población se divide prácticamente en partes igual de descendientes de italianos y españoles. Sin embargo, la cocina italiana se ha commoditizado tanto que hoy en día es muy difícil encontrar alguna propuesta que vaya más allá de una salsa Alfredo o alguna variante del clásico tuco adornada con albahaca y tomates secos.
Embanderado en esta cruzada, me aventuré un tanto temeroso (reconozco que la estética un tanto naif de su sitio web por un instante me hizo sospechar de que en realidad se trataba de algún lugar naturista o veggie) hacia Salgado Alimentos. Alejado del polo gastronómico palermitano (para muchos ubicado en Palermo Queens, para mí en el más tradicional Villa Crespo) me encontré con una fábrica de pastas de las de antes (con tablero negro de letras individuales como se estilaba publicar los precios en los viejos almacenes y clubes de barrio) reconvertida en restaurante con no más de 20 cubiertos donde la esencia del lugar es el mostrador / heladera atiborrado de botellas de vino, paquetes de fideos y con pizarras mostrando las distintas sugerencias semanales.
Más allá de los detalles cambalachescos del lugar, claramente el esfuerzo ahorrado en ambiente y decoración se invirtió de lleno en el armado de la carta. Cada uno de los folios que la conforman describe una gran variedad de platos a base de productos no tan tradicionales y combinados de manera más que original. Algunos ejemplos son los raviolones de batata y almendras a los cuatro quesos y los ñoquis de mostaza ahumada con tomates, aceitunas negras, alcaparras, albahaca y ajo que pedimos. Ambos platos estaban muy bien elaborados y cada ingrediente aportaba su clara cuota de sabor y aroma (de hecho, el recuerdo de la mostaza ahumada me duró hasta el día siguiente). Otras opciones que también sonaban interesantes eran los raviolones de asado rostizado y provolone o los agnolotis de cordero y menta. Como alternativa para aquellas personas no tan fanatizadas con la pasta, existen opciones como el kebab de ternera con queso crema con menta y tabule o el curry de pollo con leche de coco que por lo menos sonaban interesantes y originales.
Si bien las opciones en materia de vinos son acotadas y bastante tradicionales, hay que reconocer que en la mayoría de los casos el precio es bastante bueno, como fue el caso del Benjamín Nieto Cabernet Suavignion que nos pedimos a $39.
La originalidad de los principales se diluye cuando llegamos a los postres, donde lo único que se diferencia es la chocotorta (que por la estética del lugar me parece una idea maravillosa como para cerrar una cena familiar o entre amigos).
Sin lugar a dudas me parece que Salgado Alimentos ofrece en un ambiente cálido y en parte nostálgico una cocina muy bien elaborada con ingredientes muy originales y combinados de manera excelente que tranquilamente le puede hacer frente a otros exponentes de la vera cucina italiana, en donde seguramente nos cobrarán bastante más que los $65 por cabeza que pagamos en Salgado Alimentos. Como dice el slogan de su menú: panza llena, corazón (y billetera agregaría yo) contento.
Salgado Alimentos
Ángel Carranza 1875
Teléfono: (011) 4854-1336
Cuando quiero comer pastas, me vienen a la mente 2 lugares, uno cerca, Vittorio, en Emilio Mitre y Pedro Goyena y uno lejos, Amorinda, en Mar de las Pampas (MUY RECOMENDABLE).
ResponderEliminarTendremos que ir a visitar Salgado Alimentos.
Abrazo