miércoles, 12 de enero de 2011

5 prácticas restaurantiles poco felices

Tal vez peque de poco original al decir que los detalles hacen la diferencia, pero en el mundo de la restauración, compuesto por un sinfín de variables que constituyen la experiencia gastronómica, el más mínimo error puede llevar al fracaso la experiencia entera. A continuación les presento 5 cosas que me han sucedido recientemente en distintos lugares y que terminaron por arruinar una comida (casi) perfecta.

“Justo eso no tengo”.
Si fuese un superhéroe, mi poder sobrenatural sería elegir elegir el plato que no pueden preparar porque se les acabó alguno de los ingredientes fundamentales o el vino que está agotado. Vale aclarar que no siempre pido el caviar de esturión, sino que me ha pasado con platos más mundanos como una ensalada de rúcula o una pizza con champiñones. Me veo obligado a agradecer la ayuda en el descubrimiento de notable habilidad a los distintos mozos que jamás me avisaron al momento de entregar la carta cuáles son los platos y los vinos que no están disponibles como para evitarme la falsa expectativa y terminar pidiendo algo medio a las apuradas ante su atento hostigamiento presencial.

Dígale NO a las guarniciones photoshopeadas.
Mucho peor que la desazón con el plato que me había ilusionado degustar, es que me traigan el plato con una guarnición a base de papas de paquete o verduras congeladas. Siempre suponiendo que esa es la razón por la cual se dio su existencia en mi plato y no un delirio del chef de ocasión (Novecento en este caso) que le hizo concluir que esas verduras fluorescentes eran la mejor opción para acompañar un pollo relleno a un precio tal que lo mínimo que uno esperaría serían unas verduras frescas y salteadas en ese precio momento.

Fast food gourmet.
Obviamente a nadie le gusta esperar y menos cuando hay hambre de por medio. Ahora bien, si uno va a un restaurante de categoría (digamos La Rosa Negro como por poner un ejemplo) y pide un cordero deshuesado hecho a las brasas con manjar de hongos sobre verduras confitadas, habas y salsa de coriandro, es hasta esperable una demora en la cocción y elaboración del plato. El evidente afán por romper un récord guiness produjo que el plato estuviese listo sobre mi mesa en menos de 5 minutos, con lo cual existen dos razones posibles:
a)      Los cocineros de este pintoresco lugar trabajan a una velocidad inaudita utilizando técnicas de cocción desarrolladas por la NASA.
b)      El plato no fue elaborado en el momento (los ingredientes ya estaban precocidos o el plato había sido devuelto por algún otro comensal insatisfecho).
Lamentablemente, la calidad del producto final me hace inclinarme por la opción b.

Sólo efectivo.
Celebro el éxito de los lugares que a base de mucho esfuerzo logran imponerse y trascender a lo largo del tiempo, sobre todo cuando son el fruto de grandes esfuerzos familiares y de mucha perseverancia, inclusive en las peores épocas. Sin embargo, muchas veces esa evolución no se ve reflejada en diversos aspectos que generan el riesgo de tirar por la borda todo el trabajo y esfuerzo incurrido a lo largo del tiempo. Este es el caso, por ejemplo, de Guido’s, que sumó a su pintoresco bar un restaurante que a simple vista denota un salto de calidad significativo. Sin embargo, este salto no implicó dejar atrás ciertas prácticas típicas de restaurantes poco profesionalizados en donde sólo se acepta efectivo. Esto, a pesar de que molesta un poco, no es tan relevante en un parrillón donde uno sabe más o menos cuánto va a gastar. Ahora, en un restaurante con cierto nivel de sofisticación, desayunarse al recibir la cuenta con que uno tiene que pagar más de $150 por persona en efectivo, no es una noticia de lo más agradable (sobre todo en esta época donde es más fácil descubrir un yacimiento petrolero virgen que encontrar un cajero automático con plata).

Agua al horno con papas.
Abrir un restaurante es todo un desafío e implica estar pendiente de un sinfín de cuestiones que uno va descubriendo con el transcurrir del tiempo. Más si encima se abre una parrillita sobre Ángel Carranza en pleno invierno donde muchas veces por la dureza del clima o simplemente por una cuestión de gusto uno prefiere tomar algo no tan frío. En este contexto, puedo comprender tranquilamente que no  se hayan dado cuenta de dejar unas cuantas botellas fuera de la heladera para satisfacer los deseos de los susceptibles al clima. Ahora, lo que no me entra en la cabeza es a que persona en su sano juicio se le puede ocurrir meter una botella de agua en un horno para lograr el efecto “natural”. No sólo por el hecho de que no me gusta tomar agua caliente sino también por la poca tolerancia del vidrio a los cambios bruscos de temperatura y el riesgo de terminar en la sala de urgencias del hospital más cercano.

¿Cuáles son las cosas que les molestan a ustedes?

4 comentarios:

  1. Que cobren cubierto me parece de cuarta. Prefiero que aumenten unos pesos las entradas, platos, postres y bebidas.

    Me revienta que me avisen que los precios de la carta estaban desactualizados recién cuando me traen la cuenta.

    Los mozos que atienden con cara de orto creyendo que te están haciendo el favor darte pelota me inflaman las gónadas de sobremanera.

    Es causante de padecer una orquitis aguda cuando le digo al mozo que quiero la carne "bleu", "vuelta y vuelta" o "mugiendo" (depende si es un lugar bueno, normal o una fonda) y me la traen a punto. ¿Tanto cuesta entender que me gusta la carne sellada por fuera y cruda - pero no fría - por dentro?

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  2. Directamente, no les pago nigun precio q no figure en carta.

    Odio las malas paneras.

    Las mesas muy juntas.

    Los camareros q no conocen las cartas...

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  3. TANTAS COSAS!! 1) QUE LOS MOZOS TE PASEN POR A LA DO Y NO TE LLEVEN A NINGUNA MESA O SINO TE HAGAN ESPERAR PARA TOMARTE EL PEDIDO,

    QUE NO SEPAN LA CARTA

    QUE SE EQUIVOQUEN CON EL PEDIDO

    QUE LA CARTA ESTE DESACTUALIZADA

    QUE LOS MOZOS TE TRATEN MAL

    QUE LES PIDAS LA CUENTA Y TARDEN 30 MINUTOS EN TRAERTELA.

    TODO ESO ME PASO EN UN SOLO LUGAR EN pLAZA JURAMENTO - AL LADO DEL MUSEO BELGRANO SOBRE JURAMENTO.

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  4. Hola Nico,

    Muy buena nota - pero hay un solo punto que no estoy de acuerdo: Vegetales Congelados. Como fanático de vegetales congelados, si vos estas buscando comer algo "fresco y salteadas en ese preciso momento" - necesitas comer vegetales congelados. Sabias que los vegetales frescos pierden hasta el 45% de los nutrientes para cuando lleguen a la mesa - mientras que los vegetales congelados, congelados a pocas horas de la cosecha retienen casi todo los nutrientes – pueden perder un poco de vitamina C o B en el proceso de congelamiento pero no tanto como las verduras frescas – es por eso que realmente no se le puede decir “fresco” a los vegetales “frescos”!

    Matthew

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