miércoles, 27 de octubre de 2010

Miramar

Me veo obligado a confesar la subjetividad con la que tomé la decisión de conocer este bodegón (con todas las letras, no como los restaurantes con estilo antiguo de Palermo en los que cada más mínimo detalle tiene una razón de ser). Esta subjetividad radica en el hecho de que gran parte de mi familia es oriunda de esta simpática ciudad costera en la que he pasado la mayor parte de los veranos de mi infancia. Este encanto me llevo hace unos cuantos años atrás a conocer una pizzería de mismo nombre y distintos dueños ubicada en Caballito (Juan Bautista Alberdi al 1300).
No conforme con la decepción de aquellos tiempos, decidí darle una oportunidad a este restaurant de Boedo que muchas veces me habían recomendado pero por cierto prejuicio sobre el promedio de edad de estas personas, recién ahora me le animé. Esta decisión vino acompañada también por la inquietud que me generó una nota publicada en Planeta Joy (10 razones para no ir a comer a un bodegón) en donde Carolina Aguirre hace una crítica que a priori me parecía un tanto despiadada.
En este contexto, aproveché la excusa de un almuerzo laboral para aventurarme en este restaurant sobre la calle San Juan, que evidencia como una de las zonas de la ciudad donde la vanguardia todavía no ha podido vencer al tradicionalismo. Ahora bien, tampoco hay que confundir tradicionalismo con abandono o falta de higiene.  Convengamos que este tipo de construcciones de techos altos que favorecen la ventilación general del lugar generan una gran dificultad para poder mantener la limpieza de todo el techo lo que, complementado con una especie de medias sombras que no me quiero imaginar qué función cumplen, le otorga un tono casi lúgubre a toda la decoración.
El mozo que nos atendió con sus 20 años de trabajo en el lugar, luego de hacernos una breve reseña respecto al nombre del lugar (aparentemente, en la época en que este restaurant fue inaugurado se estilaba ponerle el nombre de ciudades balnearias a los locales de esa zona), nos entregó la escueta carta, armada de manera bastante artesanal sobre una tabla con los nombres de los platos pegados sobre la misma, con alguna intención de que fuesen intercambiables de acuerdo al día.
Como entrada, aceptamos la sugerencia del mozo de la tortilla española, presentada como una de las especialidades de la casa. Lamentablemente, el punto babé se aproximaba más a crudo que cocido, con lo que el único punto destacable era el chorizo colorado.
Para el plato principal, mi espíritu aventurero me hizo optar por un jabalí con papas que era el plato que más resaltaba por sobre el resto de las alternativas, sobre todo por lo aparentemente pretencioso para el estilo de lugar. Pretensión que finalmente se confirmó ya que a mi gusto la carne estaba demasiado cocida y el aspecto morochón de las papas fritas me hizo desconfiar un poco de la calidad y cantidad de usos del aceite para freírlas.
En esta ocasión no probamos ningún vino en particular, pero la carta evidenciaba una amplia variedad de bodegas y varietales todos a muy buenos precios.
En definitiva, a pesar del esfuerzo por ofrecer una carta bastante audaz para este tipo de lugares, Miramar no escapa a las máximas descriptas en el artículo que les compartí al principio del post (principalmente en lo relacionado con el precio, ya que terminamos pagando $75 por persona), por lo que la próxima vez que se me antoje probar algo más tradicional prometo hacer el esfuerzo de contener mis impulsos de aquellas remembranzas del pasado que me puedan llevar a tomar decisiones desventuradas.

Miramar
Av. San Juan 1999
Teléfono: (011) 4304-4261

jueves, 21 de octubre de 2010

Siamo Nel Forno

Luego de deambular por varios restaurantes en las afueras de la ciudad, he decidido volver a la capital, más precisamente a Palermo, barrio (si es que todavía se le puede decir barrio a una zona que ya es casi tan grande como toda la capital) con igual cantidad de seguidores y detractores. En esta oportunidad debo reconocer que me dejé tentar por el simpático nombre de esta pizzería que abrió sus puertas recientemente.
Lo primero que hay que aclarar es que Siamo Nel Forno, más que un producto, lo que vende es un concepto: el mensaje de la temática italiana está presente casi de manera omnipresente. Es necesario mentalizarse de que uno no va a comer una pizza al molde grasosa de El Cuartito o una ostia de pan a la parrilla con una serie de ingredientes encima al estilo Morelia. Tampoco van a encontrar pizzas multisabores al estilo de El Barrilete ni mucho menos la variedad de opciones de Romario.
Se aprecia una prolijidad impecable en todo el lugar en donde se destaca el imponente horno en el cual se cocinan las distintas pizzas en apenas un minuto y medio según se describe en la carta (me gustaría saber en que invierten los 20 minutos restantes que transcurrieron hasta que llegó la pizza a la mesa). Mientras tanto uno se puede entretener escuchando la variopinta música ambiental o hasta alguna conversación ajena de las mesas vecinas. Como muchos de estos emprendimientos, la mayor parte del personal se percibe que son miembros de la familia, de acuerdo a las distintas fotos colgadas del pizzaiuolo y dos de las chicas que atienden.
La carta presenta no más de 7 variedades de pizza entre la que se destaca la Margherita con abundante salsa de tomate y apenas un poco de mozzarella fior di latte sobre una masa bien aireada que generan una pizza realmente deliciosa. Dado que existe un único tamaño de pizza (intermedio entre una mediana y una grande, pero suficiente para una persona de buen comer), decidí quedarme con las ganas de probar la de rúcula con tomate y queso brie o la de papa y queso de oveja para reservarme para el único de los postres que me llamó la atención: pane bianco con nutella. Mi recomendación es pedir media porción si no quieren entrar en un coma chocolatoso.
Las opciones para acompañar estas delicias mantienen el estilo general de acotamiento de la carta. En el plano vitivinícola las opciones casi que se circunscriben a varietales de La Rural y Zuccardi. En mi caso, la mejor opción de maridaje me pareció una buena Birra Moretti.
Me parece que en términos generales es una alternativa interesante y novedosa (algo ya de por sí destacable en un rubro tan saturado como el gastronómico) a un precio más que razonable (aproximadamente 60 pesos por persona). Esperemos que el público se adapte al “verdadero estilo napolitano” que esta pizzería intenta transmitir para que podamos seguir deleitándonos de manera circunstancial con pizzas de esta calidad.

Siamo Nel Forno
Costa Rica 5886
Teléfono: (011) 5290-9529

martes, 19 de octubre de 2010

Sudeste

A no confundirse. Este post no trata del famoso restaurant de comida tailandesa de Palermo: Sudestada (que dicho sea de paso es una muy buena alternativa para degustar exquisiteces asiáticas). Se podría decir que Sudeste justamente es todo lo contrario a este coqueto restaurant. Esto se aprecia a simple vista desde su ubicación: una simple casa en el medio de una zona no muy desarrollada, gastronómicamente hablando. Sin embargo, es notable la sensación de calidez que transmite el lugar, lograda desde el momento en el que su dueño nos abre sus puertas. El lugar es notablemente chico (una galería con tres mesas y un salón en donde no había más de 10), lo que permite que la atención recibida sea casi individualizada. La ambientación general es bastante simple lo que permite que se destaquen algunos objetos (ver los rayadores de queso de hierro que usaba mi abuela hicieron que casi se me caiga alguna que otra lágrima) que le dan un estilo muy particular.
La carta presenta un variedad acotada de opciones (prácticamente un plato por tipo de carne más un par de opciones de risottos y pastas). Mi ojo clínico logró dar con el plato que justo no tenían sumado al “plato del día” (me desconcierta un poco cuando pasan estas cosas; si hay menos de 10 opciones en la carta y teniendo en cuenta las dimensiones del lugar, ¿cómo puede ser que acabe?). Finalmente terminé abdicando a mis deseos de comer bondiola de cerdo con puré de manzana y me incliné por unos ravioles de salmón a la manteca negra. También pedimos unos ñoquis de rúcula que venían escondidos bajo una frondosa capa de la misma hortaliza. En el caso de mis ravioles, la combinación de salmón y una manteca bastante concentrada los convirtieron en pequeñas bombas de tiempo que me pasaron factura al día siguiente. No tuve la suerte de probar los ñoquis, aunque a simple vista, una vez atravesado el bosque de rúcula se notaba también una importante cantidad de aceite (no venían a la manteca negra).
A la hora del postre, nos aventuramos por un creme bruleé que terminó con el trabajo devastador que no lograron acometer ni los ravioles ni los ñoquis. Demasiado pesada y en exceso abundante para mí gusto.
En esta ocasión, no acompañamos la cena con ningún vino en particular, pero la carta de vinos se veía bastante acotada (varietales de un par de bodegas), con buenos precios y también algunas botellas adicionales anotadas en las pizarras. Adicionalmente ofrecen servicio de descorche.
Volvería en época de clima más ameno para probar la alternativa de comer en el patio que desde adentro se veía muy bien cuidado. De todas formas, el precio final  (en nuestro caso rondó los $55 por persona) me pareció muy bueno aunque les sugiero fervientemente que vayan con efectivo ya que la zona no parece muy comercial y sería una experiencia por lo menos singular tener que salir a la 1 de la mañana a recorrer la zona en  búsqueda de un cajero.
Sudeste
Av. Tiscornia 962, Bajo de San Isidro
Teléfono: (011) 4742-7694

viernes, 15 de octubre de 2010

Cosecha

Una de las consecuencias de tener niños deportistas en la familia es conocer múltiples clubes y, en consecuencia, su buffet / restaurant. Según las generales de la ley, cuando hablamos de este tipo de lugares nos referimos a algo más perecido a una cantina en la que con mucha suerte podemos conseguir un pebete de jamón y queso en un estado de conservación al menos cuestionable. Sin embargo, muchas veces, el azar nos puede  jugar a favor, como fue el caso en el que por buscar el acceso al San Isidro Club me encontré con Cosecha, lugar que desde un primer momento me intrigó por su cercanía con el club (de ahí el hecho de que haya pensado que era parte del mismo).
Cosecha aprovecha muy bien esa ventaja para generar un ambiente muy agradable y relajado, por la gran vista otorgada por sus ventanales con vista a las canchas de hockey del club. Si encima el día acompaña, se puede optar por una de las mesas de la terraza del lado opuesto, con vista a la colectora de la panamericana  (con un poco menos de verde, pero por suerte bastante alejado del tránsito como para no sentirse comiendo en la vereda de cualquier restaurant palermitano invasor de espacio público en donde uno termina comiendo directamente apoyado contra los autos estacionados).
Una vez sentados, la carta se presenta principalmente mediterránea, con algún toque de originalidad que le da un carácter distintivo. Para empezar, son altamente recomendables las entradas frías, entre las que se destacan el salmón ahumado (acompañado por focaccia, huevo poché y hojas verdes), la ensalada de rúcula y queso de cabra (con jamón crudo y naranja) y la ensalada mediterránea (rúcula, tomates confitados, jamón crudo tostado y frutillas). Mi sugerencia es pedir todos estos platos y armar una especie de brunch. Como principales, hay que destacar los platos elaborados por sobre la parrilla. Entre los primeros se destacan especialmente la trucha asada a las brasas (acompañada por brochette de champignones envueltos en panceta), el tournedó de lomo con tapenade y mi antojo preferido: el paquetito de masa filo (especie de bolsa armada con masa filo y rellena con cubos de lomo, champignones, panceta y mozzarella).
Como para terminar, los postres no son el fuerte del lugar, pero si se antoja, vale la pena darle una oportunidad a la pavlova de maracuyá y mango.
Mención aparte merece la carta de vinos, la cuál es bastante rica en variedad y que evidentemente es uno de los puntos altos del lugar dada la exposición que se la otorga a la bodega exhibida al frente de la cocina. Mi elección fue Joffré e Hijas Gran Malbec que me sorprendió gratamente cuando lo encontré navegando la carta.
En términos generales, se puede concluir que si uno está dispuesto a pagar un poco más de lo que generalmente nos cobran en cualquier restaurant de Palermo para obtener un ambiente mucho más tranquilo con una buena variedad de opciones y alternativas, vale la pena hacerse una escapada y en una de esas, si se tiene suerte, hasta se puede ver un partido de hockey si la cena se torna aburrida.
Cosecha
Blanco Encalada 564, San Fernando
Teléfono: (011) 4580-4253

miércoles, 13 de octubre de 2010

Ser foodie: qué come y qué bebe un gourmet joven hoy

Les dejo una nota que salió publicada en Planeta Joy que me parece describe muy bien a la gente que comparte mi afición por el buen comer y beber:

martes, 12 de octubre de 2010

Cornelio

Me reconozco como un despistado. Esta cualidad de mi personalidad produjo que el hallazgo de esta joya de la gastronomía ubicada en Zona Norte se demorara debido a una serie de desencuentros producidos además por la falta de información disponible sobre esta casona mediterránea ubicada a la vera de la ruta Panamericana, casi escondida detrás de uno de los tantos puentes que la cruzan  (sé que suena a justificación, pero la realidad es que esto hace parte del encanto que no tienen otros lugares de la zona como puede ser La Porteña que de tan exhibido hace que sea prácticamente imposible conseguir un lugar en tiempo razonable de espera si se llega después de la una).
Una vez que finalmente logré llegar, el primer pensamiento que se me cruzó por la cabeza fue si valió la pena el viaje considerando la austeridad de la edificación (nada de acceso asfaltado ni mucha parafernalia palermitana en el frente del local generan cierto resquemor inicial). Sin embargo, ese prejuicio queda completamente eliminado una vez que se traspasa la vieja puerta de entrada: la vista del salón principal a la izquierda, un patio colonial al frente y un salón ambientado para celebraciones especiales a la derecha confirman la sensación de estar en un lugar fuera de los denominados tradicionales. El lugar transmite una calidez que se potencia por el trato cordial y ameno brindado por los distintos integrantes de la familia a cargo del restaurant con los que uno interactúa a lo largo de la velada.
El ambiente general se podría describir como un collage de elementos que van desde la ambientación general de cada ambiente hasta las sillas y las copas de cada mesa. Esa diversidad es lo que lo convierte en un lugar tan especial donde cada espacio genera una atmósfera de intimidad muy particular. Mi recomendación es visitarlo tanto durante el invierno (el hogar le suma mucho al factor ambiente) como el verano (el patio es muy agradable, sobre todo si se va con niños, aunque la última vez que fui se les dio por cerrar parte del patio con una estructura que produce una sensación térmica similar a la del horno de barro allí presente).
Pasando a lo meramente gastronómico, la carta se caracteriza por una acotada diversidad (pocos platos y casi nula rotación) pero centrada en platos nobles que difícilmente defrauden al comensal. Para destacar el buffet a modo de entrada y como principal mi favorito es la saltimbocca romana de lomo y jamón crudo con salvia. La carta de postres (o la incorporan a la carta o hacen una carta de postres de verdad, pero el papel impreso que tiene también siempre los mismos postres no da) tiene su punto alto en el volcán (tengo una debilidad general por este postre, sepan comprender) y la degustación de postres para compartir entre varios. Para acompañar, café Lavazza bastante fuerte para los que les gusta.
Párrafo aparte merece la carta de vinos, coronada por el piso vidriado en donde se pueden apreciar la variedad de cepas y bodegas que se presentan en una carta muy bien confeccionada y de precios acordes al lugar (hay opciones para todos los bolsillos, todas a  aprecios razonables).
En conclusión, Cornelio seguramente sorprenda a los desprevenidos que no crean que una vieja casona ofrezca una calidez y servicio comparable con muy pocos lugares de la capital.
Cornelio
Ruta Panamericana Km 56 – Ramal Pilar
Teléfono: (02322) 42-3413

lunes, 4 de octubre de 2010

Bar Sainte Jeanne

Este fin de semana tuve la oportunidad de hacer una escapada fugaz a La Feliz, ciudad que reconozco no se encuentra entre mis predilectas para vacacionar, pero que en esta época del año tiene su encanto. Dado que todavía el clima no acompaña como para hacer vida de playa, dediqué gran parte de mi tiempo a recorrer las dos zonas de moda en este último tiempo: las calles Alem y Güemes. Sobre esta última calle, caracterizada más por locales de indumentaria y no por ser una zona gastronómica, encontré a Sainte Jeanne, un pequeño bastión francés conformado por un hotel boutique, una mínima patisserie y, en el medio, el bar.
Ni bien ingresamos, la primera opción es sentarse en las mesas en el deck al frente del local, las cuales no se diferencian mucho del resto de los cafés top de “Mardel” (es un tanto paradójica la vista que se tiene desde este lugar del local de Mc Donalds que se encuentra justo en frente). Sin embargo, una vez que nos introducimos dentro del local, es ahí donde se nota que estamos en un lugar de un nivel superior al resto. Esto se aprecia no sólo en el ambiente general sino también en cada uno de los detalles que van desde las mesas de mármol hasta la platería, sillas y la barra con sus bodegas a los laterales prolijamente exhibidas.
La carta presenta una oferta acorde a lo que uno espera de un lugar de estas características. Se destacan las variedades de cafés a base de Nespresso como así también cafés especiales como el Notre Dame (mezcla de café y postre). Mención destacada merecen las infusiones (volvería sólo para volver a probar el té a base de vainilla, cacao y naranja). No tuve la oportunidad de ahondar mucho en la pastelería  (venía herido de unos camarones al ajillo del día anterior), pero la tarta de frutos rojos que probé estaba correcta (simple pero se notaba que los ingredientes eran de buena calidad).
Definitivamente este bar es un lugar al que iría de manera recurrente de encontrarse próximo a Buenos Aires, aunque no sé que también se lleve con la marea humana que debe migrar hacía la ciudad balnearia en plena temporada (difícilmente creo que se pueda encontrar la tranquilidad de este fin de semana). Esperemos que este joven oasis (el complejo se inauguró en Diciembre del año pasado) logre sostenerse en el tiempo. De ser así, seguramente comenzaré a ver con otros ojos a “La Feliz”.
Bar Sainte Jeanne
Güemes 2850
Teléfono: (0223) 420-9200

viernes, 1 de octubre de 2010

Il Gran Caruso

“No hay mal que por bien no venga” dice el refrán. Nunca mejor aplicado en este caso, donde la mudanza de Las Cañitas a Palermo le sentó más que bien.  No es que antes de mudarse el lugar fuese malo, pero si hay que reconocer que el nuevo ambiente logra un equilibrio perfecto entre en lugar para tener una cena romántica y volver al mediodía siguiente a comer con amigos. La distribución modular de los dos pisos hace que el mejor lugar sea el más desaprovechado (a pesar de la buena separación que hay entre las mesas, ¿a quién se le ocurrió que la terraza con techo de vidrio sea para fumadores?).
Luego de haber ido unas cuantas veces (muchas en mi caso), Il Gran Caruso lo hace sentir a uno como en su propio hogar. Y esto lo logra no sólo el ambiente, sino también los mozos confianzudos que, después de atenderlo a uno un par de veces, ya se sienten con la confianza suficiente como para quedarse charlando como si fuese uno más del grupo.
Pasando a lo estrictamente gastronómico, como buena cantina italiana que pretende ser, las pastas de Il Gran Caruso no fallan nunca. Pero de todas las opciones, se destacan los Ravioles de la Nonna (ravioles rellenos de pura espinaca con una liviana salsa pomodoro) que, sin lugar a dudas, son el plato destacado del lugar. También merecen un lugar destacado los varenikes, aunque alguna vez han venido un poco aceitosos, lo que los convierten en pequeñas bombas de papa.
Pero no sólo las pastas se destacan en Il Gran Caruso. Existen alternativas como la Entraña Especial que le pelea de igual a igual a cualquiera de las parrillas de la zona. Si a esto le sumamos de acompañamiento una ensalada como la Ginna Lollobrigida (a base de espinaca y salmón), la satisfacción del comensal está garantizada.
La carta de vinos, si bien es amplia, podría ser mejorable (este es el único lugar en donde me pasó de pedir una copa del vino de la casa y que no tuviesen!).
Por último, el café fuerte (La Bolsa de Café) es acompañado a la perfección por las cascaritas de naranja.
En definitiva, es una opción a tener en cuenta en caso de que prefieras una alternativa menos ostentosa al restó de moda de Palermo si estás con tu novia y, al mismo tiempo, la variante perfecta si la parrilla a la que vas siempre con tus amigos explota de gente y quieren probar algo distinto.
Il Gran Caruso
El Salvador 5805
Teléfono: (11) 4777-6633

La Dorita (de enfrente)

A esta parrilla plagada de detractores (me hace acordar en cierto punto a la década menemista en dónde nadie se hacía cargo de haberlo votado) hay que reconocerle un logro: pocos son los pseudo parrillones palermitanos (se puede extrapolar a cualquier incursión gastronómica de la zona) que logran subsistir durante tanto tiempo (La Dorita abrió sus puertas en 2002). Ahora bien, es importante hacer una aclaración: cuando hablo de La Dorita me refiero a la que está ubicada en Humboldt 1892, diferenciada con el agregado  “de enfrente” de la que justamente queda en la esquina opuesta. He hecho incursiones en otras sucursales, y en ninguna de ellas obtuve el mismo resultado que en La Dorita “de enfrente”.
Habiendo dicho esto, tengo que reconocer que La Dorita es uno de mis lugares de cabecera para ir un domingo al mediodía, en donde uno no está apurado para volver a la oficina, ni preocupado porque se le haga muy tarde para volver. Quizás es por esto que alguna demora en el servicio pase desapercibida. El lugar emula ser un bodegón prolijamente preparado para que luzca como tal. Sin embargo, creo que logra el equilibrio perfecto para darle al ambiente un toque más familiar que el resto de los restaurantes de Palermo, al mismo tiempo que tampoco se convierte en un parrillón descuidado (no mencionó ninguno de los barrios que se me vienen a la mente para referenciar así no hiero ninguna susceptibilidad).
En lo que se refiere a la comida en sí, en términos generales todo es de buena calidad (aunque hay que reconocer que en este último tiempo ha venido bajando un poco la calidad, sobre todo de las carnes), aunque hay un producto que se destaca del resto: el choricampi. Este chorizo sin un gramo de grasa recubierto de masa hace que la estadía ya haya valido la pena.  Existen otras entradas (el choricampi no figura como tal, pero hace muy bien las veces de) destacadas como los buñuelos de acelga o la provoleta, pero ninguna de ellas le llega ni siquiera a los talones al choricampi.
En cuanto a los principales, se destacan la entraña, el matambrito de cerdo y el asado de tira especial (la diferencia de calidad entre el asado de tira especial y el tradicional, hace que valga la pena pagar por la diferencia). No así el vacío (ni el tradicional, ni el especial), por lo general bastante grasoso (los mismos mozos no lo recomiendan). Acompañar cualquiera de estos platos con una buena porción de las mejores batatas fritas que he probado (bien secas por fuera, pero no quemadas) y uno de los simpáticos pingüinitos hace que la experiencia sea completa (la carta de vinos en general es correcta para un émulo de parrillón).
No soy de pedir postre casi en ningún lugar (no hay con que darle a un cuartito de Freddo), así que no les puedo dar mi opinión sobre este punto, pero por lo menos, desde la carta se aprecian postres tradicionales (flan, queso y dulce, mousse de chocolate, etc.) y de aspecto tentador (por lo menos es lo que se ve cada vez que pasan los mozos con uno en la mano. Lo que si merece un comentario es el café, que la mayoría de las veces lo sirven quemado.
En resumen, un muy buen lugar para tener un almuerzo familiar o entre amigos, descontracturado (ahora que Mauri amplió las veredas, la alternativa de comer en la vereda suma bastantes puntos si el día acompaña), a un precio acorde (a pesar de que los precios han subido bastante este último tiempo y ya haya perdido esa característica de parrilla económica, todavía se encuentra en un rango de precios por debajo de muchas otras parrillas palermitanas con productos de menor calidad). Definitivamente, un lugar para tener como una fija que muy difícilmente decepcione.
La Dorita De Enfrente
Humboldt 1892
Teléfono: (11) 4773-0070

¿Por qué escribir este blog?

Hace un par de días leí una nota publicada en uno de los tantos newsletters gastronómicos que recibo, en la que se cuestionaba la calidad de la gastronomía porteña (http://blog.guiaoleo.com.ar/?p=6300). Más allá de los aires de bon vivant del autor (Guy Nevo es uno de los fundadores de la Guía Oleo), me quedó en el tintero un concepto: la demanda en Buenos Aires es poco exigente. Puede que en términos generales esta afirmación sea verdadera  (¿cuántos de ustedes suelen ir a comer a los mismos lugares siempre simplemente por acostumbramiento?), pero en mi caso personal me sentí un poquito tocado en el orgullo. Y no es que quiera hacer alarde alguno, pero siendo nieto de inmigrantes europeos post segunda guerra mundial, el “fatto in casa” es una costumbre que se mantuvo generación tras generación y que de cierta forma, a la hora de ir a comer a un restaurant, juzgue cada detalle con ojo crítico (no en vano me gané mi fama de hincha).
Hecha esta introducción, la razón por la cual decidí crear este espacio es poder compartir con ustedes mis experiencias culinarias (pasadas, actuales y las que iré probando en base a sus sugerencias) para que, a la hora de aventurarse en la búsqueda de un nuevo lugar a donde deleitarse desde el punto de vista gastronómico (asumiendo de que llegaron al punto de que los lugares de siempre ya los cansaron), tengan una herramienta más (mi humilde opinión) que les permita evaluar si ese restó palermitano que te recomendaron vale la pena o es uno de los tantos intentos fallidos que cerrará sus puertas a fin de mes para ceder su espacio a una próxima víctima.
¡Bon appétit!