jueves, 18 de agosto de 2011

Social Paraíso

Creo (estoy convencido diría cualquier político en estos tiempos electorales) que una de las mejores formas de descubrir es aplicando la filosofía Lita de Lazzari (rememorando la máxima “Camine señora, camine”). Con la oferta gastronómica actual es prácticamente imposible estar al tanto de todas las novedades de este rubro tan dinámico. No tengo una estrategia muy definida, simplemente me dejo llevar por mi instinto que muchas veces funciona mejor que mi lógica. Este extraño comportamiento me ha llevado a deambular por Palermo y descubrir lugares como Social Paraíso, que desde el enorme ventanal que ocupa todo el frente despierta mi olfato intuitivo.
Una vez que el encargado del lugar nos abrió la puerta y franqueada la pregunta en clave “¿tienen reserva?” (no intenten ir un fin de semana a la noche sin reserva como lo hicimos nosotros en una ocasión previa porque casi que te terminan sugiriendo que ni siquiera vale la pena que te gastes esperando), pudimos confirmar el estilo simplista que le da el blanco predominante a todo el lugar y que permite que se destaquen algunos elementos (al estilo Caseros, pero en menor medida) como el mobiliario y, por sobre todas las cosas, la cocina detrás del mostrador de roble, atiborrada de gente (contamos por lo menos 5 personas en la cocina para no más de 40 cubiertos). Será por un tema de gustos, pero me dio la sensación de que lo único que desentonaba en toda esta escena era la música tropical que nos acompañó toda la noche, haciéndonos debatir en algún momento si lo de Social sería por el Club Buena Vista.
Una vez instalados en nuestra mesa junto al mostrador, lo primero que nos llamó fue la servicialidad y buena predisposición de los mozos (a pesar de que son solo dos, ambos estaban muy atentos a que no nos faltase nada). Esta preocupación por el servicio  combinada con la atención que evidentemente le ponen a la cocina (no por nada tienen 5 personas en la cocina para preparar todo en el momento) nos permita disfrutar de pequeños detalles como el aperitivo: una para mi sorpresa muy rica sopa de hinojo servida en un pocillo de café. Mientras disfrutábamos de esta deliciosa cortesía, me llamó bastante la atención encontrarme con una carta un tanto corta y, por sobre todo, una gran disparidad de precios entre las carnes y el resto de los platos (en algunos casos de casi el doble). La altura del mes en la que nos encontrábamos nos hizo optar por el risotto de limón y perejil con unos langostinos de un tamaño más que generoso, difíciles de encontrar incluso en restaurantes “di mare”. La otra elección fueron los sorrentinos rellenos de hongos con fondue de tomates y albahaca. Más allá de lo pretencioso del nombre (la salsa era simplemente salsa de tomates con albahaca), la pasta estaba un tanto falta de cocción.
La carta de vinos es coherente con el menú y presenta etiquetas más bien tradicionales, tales como Luigi Bosca, Trumpeter, Ricardo Santos y Nieto Senetiner, entre otras. Optamos por un Las Perdices Malbec 2010 a $63 (lo elegimos por la grata experiencia que habíamos tenido con el Cabernet Suavignon, pero notamos a este Malbec carente de la personalidad que tiene el Cabernet).
Casi abatidos, salteamos el postre y el café y fuimos directamente a los números: $90 por persona. Creo que la ecuación precio calidad termina siendo positiva aunque volvería sólo ante una renovación de la carta principal para darle una merecida segunda oportunidad.

Social Paraíso
Honduras 5182
Teléfono: (011) 4831-4556

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