martes, 28 de diciembre de 2010

La Cabrera (Norte)

Mi espíritu aventurero sumado a la necesidad constante de explorar cosas nuevas, me llevó a encrapicharme con uno de los booms gastronómicos de los últimos tiempos: la carne Kobe. Mucho se ha dicho y escrito sobre este tipo de carne peculiar proveniente de una raza vacuna japonesa denominada Wagyu (para los que quieren saber un poco más sobre las características de estas carnes, les dejo un link con bastante información al respecto: La mejor carne del mundo). Víctima del marketing, me inicié en la búsqueda de los distintos lugares de Bs As en los que se puede degustar cortes de este estilo. Entre todas las alternativas posibles (Conocé la carne más cara y sabrosa y dónde probarla), una me llamó la atención dado que ya había escuchado muchas buenas recomendaciones sobre el lugar y su fama de no conseguir lugar sin reserva previa. Sin más, enfilé hacia La Cabrera.
Sin bien es importante aclarar que el mito de las escasas posibilidades de conseguir mesa sin reserva es cierto, también hay que decir que aplica sólo a La Cabrera a secas y no a su primo hermano, La Cabrera Norte, cuyo local infinitamente más amplio sumado a una cantidad similar de mesas dispuestas estratégicamente y separadas casi por unidades de medida milimétricas entre sí, permiten contar con disponibilidad casi asegurada (de todas formas, yo  fui un 26 de Diciembre al mediodía y el lugar estaba lleno, así que mal no viene pegarse un llamadito antes de salir).
Si hay algo que me llamó la atención de este lugar es el cuidado de los detalles sobre todo aplicados a lo importante, el servicio y la comida en sí (esto no aplica tan linealmente a lo que es el ambiente del lugar, qué no deja de ser una parrilla tradicional adaptada en distintos ambientes, algunos un tanto oscuros). Desde el momento en el que se ingresa al lugar, todos los mozos con los que uno se cruza demuestran una amabilidad consistente con la atención brindada por el mozo que nos atendió, quien, ni bien nos sentamos, ya nos estaba ofreciendo como cortesía un frasco de salsa de tomate saborizada a los cuatro quesos para acompañar carnes (fiel al estilo argento, la guardamos rápidamente a ver si todavía se arrepentía y nos la quería cobrar). Casi al mismo tiempo también nos estaba trayendo una bandejita con dips de cebollas caramelizadas, berenjenas y manteca aclarada como para ir entreteniéndonos mientras leíamos la carta.
Fiel a mis principios, rápidamente recorrí la carta en búsqueda de mi presa. Por suerte para mi ansiedad, rápidamente encontré las opciones Kobe disponibles: colita de cuadril, ojo de bife y bife de lomo. Más que nada por un tema de presupuesto (la colita de cuadril cuesta $81, mientras que las otras dos opciones $159 y $219 respectivamente) y de tamaño (500 g de la colita vs 250 g del ojo de bife y el lomo), opté por la colita de cuadril. Debo reconocer que estuve a punto de claudicar al ver pasar los bifes de chorizo y los lomos de tamaños casi obscenos. Por suerte no lo hice, y gracias a ello pude comprobar muchas de las cualidades atribuidas a esta carne tan peculiar. Sinceramente, el mejor cuadril que he probado en mi vida.
Para mi sorpresa, la experiencia satisfactoria no se circunscribió solo a la carne, sino también al desfile de cazuelitas que a modo de acompañamiento complementan al plato (algunas de las que más me gustaron fueron las espinacas con crema, el puré de calabaza con pasas de uva y el puré de papa con mostaza de Dijón). Como si todo esto no fuera suficiente, más o menos a la mitad de la comida pasó otro mozo con una especie de barra portátil con más cazuelas y ensaladas por si nos quedamos con ganas de algo más.
Mención aparte para la pintoresca carta de vinos (presentada como si fuese un diario, con fotos de algunos de los platos) que presenta buenas botellas a precios en algunos casos no tan lógicos. En mi caso, opté por un Séptima Syrah que me pareció lo más razonable del menú ($ 57). Llama la atención que la marca del agua sea El Cántaro, aunque, con este clima casi hostil, la botella de un litro y cuarto es más que bienvenida.
Por obvias razones decidí seguir de largo con el postre pero no así con el café, sorpresivamente (y cada vez más en distintos lugares) Nespresso. Sin embargo, para los antojadizos de las cosas dulces, como broche de oro apareció el mozo cual pirulinero de Mar del Plata con un porta chupetines de yogurt para coronar con un último detalle una experiencia muy placentera a un costo más que razonable (aproximadamente $130 por cabeza incluyendo el cuadril Kobe y vino).
La Cabrera Norte
Cabrera 5127
Teléfono: (011) 4832-5754

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