sábado, 6 de noviembre de 2010

Keif

Mi fundamentalismo gastronómico me hizo prohibirme ir a cualquier restaurante del estilo árabe/armenio debido a una muy mala experiencia en el pasado. Luego de casi 10 años de aquella fatídica noche (como notarán soy muy severo con los castigos que me impongo), decidí aventurarme nuevamente en la cocina armenia, siendo un pequeño restaurante casi inadvertido de una de las zonas menos gastronómicas de toda la avenida.
El ambiente del local da la sensación de que originalmente pertenecía a otro rubro (probablemente un bar por el estilo de la barra que se antepone a la cocina y las sillas evidentemente recicladas de algún uso previo) y que recientemente ha sido reacondicionado para convertirse en este pequeño reducto que a pesar de la simpleza y austeridad general de la decoración, no deja de generar la calidez necesaria para poder disfrutar de una agradable cena sin tener que participar de conversaciones ajenas. El plus se lo da el descanso ubicado frente a la barra en donde se ubican algunas mesas al reparo de un destacable hogar.
Una vez sentados, la moza se encargó de darnos a entender qué el hecho de que hubiésemos llegado a eso de las 11 mucho no le agradaba. Este hecho claramente afectó la calidad del servicio y, obviamente, nuestra comodidad.
Reconozco que el aperitivo a base de vodka, judo de limón y de mandarina y los canapés a base de quesos ayudaron bastante a remontar la situación y amenizar la espera. Pero de haber sabido de su existencia antes de pedir, probablemente hubiese omitido la entrada (Ichli Koffte: keppes cocidos, rellenos de carne adobada muy sabrosos).
Como principal, mi primera opción fue el Rogan Joush (cazuela de cordero con verduras glaseadas y cous cous) que como no podía ser de otra manera, no había en esta oportunidad (una vez más, mi instinto para identificar las opciones del menú que no están disponibles y de las cuales no nos notificaron, no falló). Debido a esto, terminé optando por Taz Kebab (dados de lomo especiados acompañados con arroz armenio y ratatouille) que admito superó mis expectativas. También pedimos el Shirin Pilav (pechuga de pollo en salsa de naranja agridulce con arroz azafranado, frutas secas y agua de rosas) en donde lo dulce prevalecía por sobre lo agrio.
Para acompañar la comida pedimos un Benjamín Nieto Syrah (quizás no fue la mejor elección para el estilo de comida especiada) al que evidentemente le sobraban un par de grados de temperatura (la cava al lado de la barra, debajo de las luces dicróicas no es la mejor ubicación para preservar un vino). A pesar de esto, el precio de las botellas presentes en la corta carta de vinos es bastante bueno.
Luego de esta experiencia puedo decir que, a pesar de no haberme reconciliado plenamente con la gastronomía armenia, creo que este fue un buen primer acercamiento (el precio de $105 por persona ayudó a esta tregua) para seguir explorando nuevas alternativas de esta etnia tan rica y variada en sus sabores.
Keif
Av. del Libertador 13041, San Isidro
Teléfono: (011) 4793-3955

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